El inicio del aislamiento selectivo el pasado 1 de septiembre y la eliminación del pico y cédula el 1 de octubre, en el marco de la reapertura económica de la ciudad, volcó a la gente a las calles, aumentando así su riesgo de contagio de COVID-19, que ahora corre por cuenta de la responsabilidad de cada quien.
Sin embargo, operativos realizados por las autoridades, han dejado ver que son muchos los ciudadanos que han flexibilizado sus propias medidas, a tal punto que se ha sorprendido a varios en fiestas sin ningún tipo de distanciamiento físico, sin tapabocas, e incluso a establecimientos funcionando de manera irregular con una capacidad superior a la permitida.
Esta es la realidad que parece haberse traducido en los más recientes reportes de coronavirus del Instituto Nacional de Salud (INS), dentro de los cuales, Cartagena pasó, en menos de una semana de ser una ciudad con menos de 500 casos activos a estar por encima de los 800.
Si bien las autoridades sanitarias advierten que la cifra en sí misma no representa un descontrol, aseguran que sí debe tomarse como una alerta de que los casos están subiendo y que si los ciudadanos no extreman sus propias medidas de bioseguridad sí se puede desbordar la situación.
“Es muy prematuro para poder decir que se está presentando un caso de aumento pero es un índice de alarma donde uno tiene que estar pendiente para que no se vuelva a disparar el número de contagios ni la ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI)”, expresó Juan Manuel Benedetti, gerente de COVID-19 en Cartagena.
Sin embargo, para otros expertos en temas de salud pública, las cifras si son preocupantes, por deberse a un aumento repentino, que sin duda muestra que los casos Covid-19 siguen vigentes y amenazando a la ciudadanía, por lo que catalogan de descuidada la decisión del alcalde William Dau de levantar la medida de pico y cédula.