
Sentí tanta rabia y tanta impotencia por lo que ocurrió hace unos días que decidí escribir esto:
En las últimas semanas en la ciudad de Cartagena se habla de una ola de inseguridad. Algunas personas dicen que los hurtos en motos aumentaron y otros dicen que solo es percepción.
Un domingo cualquiera, mi hermosa madre venía de prestar su servicio litúrgico en la eucaristía que se realiza en un centro comercial en el barrio donde ella vive, caminando hacia su casa, cómo es de costumbre desde su infancia, vio acercarse una moto y pensó “me van a preguntar una dirección” (tan linda ella) pero tremenda sorpresa, cuando el motorizado le enseña un arma y le ordena que le entregue lo que lleva y la pobre señora de más de 60 años llena de pánico se paralizó sin poder entregar nada, así que el bandido le arrancó el bolso y un pollo que llevaba para el almuerzo de su hermano en condición de discapacidad, dejándola tirada en la calle muy asustada, desconsolada, triste, y con una sensación de inseguridad tremenda. Hoy día solo sale de la casa al trabajo y permanece en su casa con las puertas y ventanas cerradas.
Pero la historia no termina ahí, una semana después mi hijo de 17 años venía por el mismo barrio caminando del colegio a su casa escuchando música cansado y con hambre como cualquier estudiante a esa edad, cuando de un momento a otro, de frente y de manera intimidante, temeraria e invasiva, aparece un motorizado. Ahí se repitió la historia, un arma, una orden, un robo, una impotencia, mucho miedo, en fin. Lo horrible que todos los que hemos sufrido un robo sabemos que se siente. Cuando llegó a donde mi, estaba muy asustado, conmocionado yo le dije tranquilo gracias a Dios tú estás bien, lo más importante es tu vida.
En la ciudad claro qué hay una percepción de inseguridad, producto de todos los robos, de la falta de autoridad que existe hace varios años y la cual hace mucho daño creando terror, miedo, mantiene a nuestra ciudad sumida en pánico, desesperanza, en una sensación de abandono y lo más grave es que donde hay ausencia del estado el pueblo empieza a hacer justicia por su mano, generando más violencia, más inseguridad, incluso guerras y ni hablar de los impactos económicos a los que esto conlleva.
Por favor no minimicemos lo que estamos viviendo, no subestimemos los impactos que estos hechos producen, no nos engañemos. Quiero decirles que de la verdad y la realidad salen las mejores soluciones. Trabajemos juntos por ellas
La percepción de inseguridad hace tanto daño como la inseguridad. Estos son solo casos que han tenido que ver con mi familia, mi realidad, cada quien tendrá su propia historia.
Concluyó citando diferentes artículos académicos que sustentan la gravedad del asunto:
“El miedo al delito, con sus consecuencias negativas para la calidad de vida urbana, constituye un obstáculo para la democratización del espacio público urbano (San Juan y Vozmediano, 2009). La posible merma en la calidad de vida y el perjuicio en el acceso libre de todos los ciudadanos a los espacios públicos, justifican la relevancia social de este objeto de estudio, y ponen de relieve la necesidad de identificar e intervenir sobre los antecedentes del miedo, como vía para la promoción de la calidad de vida urbana.
EGUZKILORE – 24 (2010)”
“La literatura científica ha establecido (ver Hale, 1996) que altos niveles de miedo al delito tienen consecuencias muy negativas, pudiendo originar ansiedad, cambio de hábitos por ejemplo, dejar de acudir a ciertas zonas o de realizar ciertas actividades, fractura del sentimiento de comunidad y menor implicación en actividades comunitarias, aislamiento, actitudes favorables a políticas más punitivas… Todas ellas consecuencias indeseables, que constituirían una merma evidente en la calidad de vida. Investigaciones recientes siguen mostrando efectos negativos del miedo al delito en la vida diaria de los ciudadanos: por ejemplo, Bennett, mcNeill, Wolin, Duncan, Puleo, y Emmons (2007) encuentran que percibir el propio barrio como inseguro constituye, para personas de bajos ingresos, una barrera disuasoria para realizar actividad física, con el consiguiente perjuicio para la salud.”
Guillermo Gómez Merlano
Abogado Especialista en Opinión Publica Marketing Político de la Universidad Javeriana